Falta de motivación
Es una preocupación frecuente en muchos padres que los niños o adolescentes no muestren interés hacia nada. Esto solo es en apariencia, puesto no existe un ser humano sobre la tierra que no tenga interés como mínimo en preservar su integridad física. Seguramente lo que ocurre es que a nuestro hijo le interesan cuestiones que a nosotros no nos parecen relevantes o absurdas.
¿Cómo motivar a nuestros hijos?
Motivar a nuestros, una cuestión que a todos nos ocupa. Estos son algunos consejos que te ayudarán:
- Averigua lo que no le gusta: es importante dedicar un tiempo a averiguar si existe alguna actividad en especial que no le guste o no quiera hacer. Una vez localizada observemos para responder al por qué le ocurre. ¿Se trata de algo que ha hecho antes y no se le ha dado bien? ¿Lo encuentra especialmente aburrido antes de tan siquiera saber de qué se trata? ¿Se siente observado y/o evaluado?
- Empieza toda actividad llamando su atención de forma alegre: anticipemos lo que va a ser una divertida jornada sin caer en excesivas expectativas. Una de las maneras que puedes hacerlo es planteando una pregunta: “¿A que no sabes qué se me está ocurriendo que podemos hacer para divertirnos?”.
- Centráte en lo que le atrae más: nosotros conocemos a nuestro hijos lo suficiente como para saber qué les atrae más: si la competición o la colaboración. Si es lo primero seamos dignos rivales, si es lo segundo ¡a trabajar juntos! En ambos casos la interacción activa con los niños es crucial. A ellos no hay nada más que les guste más que tener la atención de los padres.
- Propónle metas: si queremos que dibuje le podemos decir que su dibujo va a ser expuesto en lugar preferente en el frigorífico, por ejemplo, donde todos podrán ver el fruto de su esfuerzo. Se sentirá importante cada vez que lo vea y querrá volver a sentir esa sensación.
- Valora su trabajo: lo importante no es el resultado, sino su atracción por la actividad, conseguido esto, el éxito vendrá en consecuencia.
- Busca el lugar y el momento adecuado para iniciar la actividad: con respecto al lugar es deseable un espacio donde se encuentre relajado y sin ruidos a su alrededor para asegurarnos la atención a la actividad que está realizando. El momento adecuado es aquel en el que el niño se encuentre tranquilo y seguro, desde luego no es un buen momento si tiene hambre, sueño o está cansado.
- Utiliza el refuerzo positivo: tanto niños como adultos tendemos a repetir lo que creemos que hacemos bien y a evitar lo que creemos que no hacemos tan bien. El refuerzo positivo después de una sesión de juego hará más probable que quieran repetir, lo que nos viene estupendamente para esa continuidad tan positiva. Incluso durante la actividad es importante que les hagamos saber sus méritos y logros. Sin pasarnos, pero sin olvidarnos de ellos. Algunos padres me preguntan en consulta si han de mentir a sus hijos sobre lo “bien” que lo han hecho para conseguir tan deseada motivación, yo siempre les digo que la mentira tiene las patas muy cortas y sus hijos vidas muy largas, por lo que lo más aconsejable es ser honesto, positivo y entusiasta. Esto es realista y fomenta la confianza entre padres e hijos.
- Ofrécele un incentivo: si queremos que nuestro pequeño realice una tarea como la de hacer círculos en un papel, o dibujar sin salirse de los bordes o incluso garabatear alguna letra, pero observamos que carece de toda motivación para hacerlo podemos ofrecerle algún tipo de incentivo externo por cada círculo, dibujo o garabato que haga cada vez que lo intente. Criterio que cada vez debe incrementarse, es decir, debe mostrar más destreza cada vez que lo intente para conseguir su preciado incentivo. Entendiendo el dibujo y la escritura como una actividad agradable en sí misma a medida que vaya progresando su interés por hacerlo mejor, irá aumentando su destreza, momento que cambiaremos su incentivo externo por un incentivo más simbólico. Un incentivo simbólico puede ser el reconocimiento de su esfuerzo o resultado final. De esta manera crearemos una motivación por elementos o reforzadores externos como un juguete, una ficha o una pegatina y la iremos modificando hasta conseguir una motivación por la actividad en sí misma. En el caso que exista una motivación inicial como por ejemplo un acercamiento a la actividad sin decirle nada, no cometamos el error de premiarles (pegatina, juguetitos o caramelo…), ya que esta manera haremos que el placer en la actividad se centre en la obtención del premio y no en la actividad en sí misma. Como en este caso la motivación inicial la tenemos, se trata de mantenerla y para ello el mejor refuerzo es el reconocimiento.
- Establece una duración: la duración de la actividad es determinante. Déjelo antes de que su pequeño quiera dejarlo.
- No le muestres todos los juguetes o material de golpe: si se queda con las ganas de ver “lo siguiente” querrá repetir.
- Haz que no se sienta evaluado: esto les puede generar tensión. No es un examen, se trata de motivarle de forma positiva.
- Atiende sus peticiones: normalmente cuando un niño se muestra motivado por alguna actividad pregunta y se interesa. Hagámosles sentir bien cada vez que pregunten y atendamos a sus peticiones cada vez que se muestren interesados en algún tema. Descubriremos sus intereses naturales y podremos adaptar las actividades.
- No le obliques: una de las experiencias que más rechazo nos produce tanto a pequeños como a adultos es sentirnos obligados a hacer algo que no queremos hacer. La motivación depende de lo a gusto o a disgusto que se sientan realizando una actividad y cuando nos sentimos dueños de nuestras acciones afrontamos las tareas de forma muy distinta. Por lo que, antes de forzar a realizar cualquier acción, pensemos cómo hacer que se sientan dueños de sus decisiones y descubran por sí mismos el placer que les puede dar hacer tal o cual cosa.
- Ten paciencia: para motivar a los pequeños es necesario, como en toda tarea que merezca la pena, tiempo, paciencia y dedicación.
¿Cómo saber si nuestro hijo está motivados?
Signos de falta de motivación:
- No tiene interés por la actividadad.
- No mantiene la actividad.
- No hace preguntas acerca de la misma.
- Busca en seguida el premio.
- No se esfuerza por mejorar.
- Quiere terminar pronto.
- No hace preguntas al respecto.
- No busca activamente la repetición.
- Se siente o le notas forzado o con ganas de cambio.
- No se concentra.
Signos de que se encuentra motivado:
- Se produce una inmersión en la tarea.
- Fomenta la búsqueda de ayuda para seguir avanzando.
- Fomenta la búsqueda de información.
- Busca alternativas relacionadas con la actividad en sí misma.
- Inicia y/o mantiene la acción.
- No busca de inmediato una recompensa, sino que es la actividad en sí misma la que le produce satisfacción.
- Disfruta y se entretiene.
- Aumenta la dificultad y/o se autoimpone metas.
- No percibe la actividad como algo que le produzca un esfuerzo excesivo.
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