El niño necesita puntos de referencia claros. Para ello es muy importante un sistema estable de normas que le ayuden a predecir y a entender el ambiente en el que vive y las consecuencias de su conducta. Sin estas normas el niño se encuentra perdido, no sabe a qué atenerse ni como funciona la sociedad y, por ende, no sabrá adaptarse. Las normas le ayudan a sentirse seguro y a crear su propio sistema de valores que guiará su vida, dotándola de sentido.

  1. Pon siempre límites. Los límites enseñan al niño a aceptar un “no” y a aprender valores como el respeto y la tolerancia. Le muestran dónde está, hasta dónde puede llegar y lo que puede o no puede hacer. En función de esto, sabe cómo comportarse porque conoce que los actos tienen consecuencias. Al conocer las consecuencias adquiere confianza, ya que conoce el espacio dónde se mueve y las reglas básicas. Aprende a respetarse a sí mismo a través de personas cercanas que se respetan y hace que le respeten. Los límites bien establecidos protegen de la baja tolerancia a la frustración en un futuro, que es la causa de muchos males en las familias. En la actualidad nos centramos en fomentar la independencia, la seguridad, la autoestima y la autonomía en los más pequeños de la casa, los consideramos como valores preciados, pues bien, la mejor manera de conseguir tan bonitas actitudes empieza poniendo unos límites sanos y claros.
  2. Enséñale modales en la mesa. A partir de cierta edad el niño puede empezar a colaborar en tareas como colocar los platos, las servilletas o a realizar tareas sencillas y fáciles, siempre adaptadas a las posibilidades de cada niño. Estas tareas sencillas pueden ser muy divertidas y le enseñan rutinas de colaboración.
  3. Enséñale pautas de comportamiento o modales. Éstas siempre tienen que ir en sintonía con la edad del menor. Un niño de menos de año y medio no tiene la madurez psicológica que otro de cuatro años, por lo que no se le puede exigir lo mismo. Pero, si ya desde pequeños vamos asentando los cimientos, de mayores los tendrán más seguros.
  4. No utilices los gritos como forma de comunicarte. Es habitual entre los niños que, cuando no se les hace el caso que demandan, tiendan a levantar su volumen de voz, llegando al indeseable grito. Enseñarle que el que más grita no es el que tiene más razón, o al que se le hace más caso, es importante. Es inevitable que cuando está contento o emocionado lo haga, desde luego esto es perfectamente entendible e incluso divertido en fiestas de cumpleaños o fiestas infantiles. Por otro lado, cuando estos gritos se convierten en una costumbre, los padres tienden a acostumbrarse y, lo que es peor, a adecuarse a su volumen, por lo que se convierte en un tipo de comunicación muy cansada e ineficaz. Si estamos en una situación en la que nuestro pequeño ya está acostumbrado a los gritos un truco para cambiar la tendencia es que cuanto más alto hable él más bajo hablaremos nosotros. Si nos dicie que no nos entiende, les podemos decir que nosotros tampoco le entendemos a él cuando grita, por lo que no queda más remedio que llegar a un acuerdo.
  5. No le dejes interrumpir, ni lo hagas tu. Enséñale a esperar turnos. Todos cuando queremos algo lo queremos ya, lo pedimos, nos frustramos ante largas colas en el súper o en la farmacia, por ejemplo. A todos nos encantaría colarnos y llegar los primeros, pero no sería justo para el resto de personas que están esperando delante de nosotros. Colarse en la cola del súper es igual que interrumpir, un impulso que debemos evitar para no pisar los derechos de los demás. Se trata de hacerle entender que tendrá su turno si nos deja terminar nuestra conversación o nuestra frase.
  6. Sé estricta con la hora de dormir. Una rutina tan bonita como es la hora de irse a dormir se convierte en una pesadilla en algunos hogares. La hora del sueño debería ser una constante durante el ciclo escolar, ya que el descanso hace que el niño crezca adecuadamente, que no caiga en el agotamiento diurno y que exprima cada día con energía. El hábito de descansar y dormir a una hora determinada es muy bueno. Adquirirlo desde pequeños es una manera de protegernos y de respetar nuestros ciclos vitales. Si rodeamos esta costumbre de acostarnos a una hora determinada de bonitos rituales le costará menos y en un perdiodo de tiempo será él quien pida ir a dormir. Para ello algunos aspectos a tener en cuenta son realizar actividades antes de irse a dormir, no darle antes de ir a la cama azucares y sustancias excitantes y llevar a cabo rituales que dan aviso de lo que viene después. Una leche caliente y lavarse los dientes pueden ser un bonito predictor de irse a dormir, a parte de una costumbre higiénica desde el punto de vista de la salud.
  7. Fomenta el respeto a sí mismo y a los demás. Igual que “no pegar” es una frase mundialmente reconocida y utilizada, “no dejarse pegar” debería serlo en la misma medida. El respeto a los demás empieza con el respeto a uno mismo. La realidad es que los niños se pegan, se han pegado siempre y lo seguirán haciendo. En la medida en que lo tomen como un juego o una disputa por un conflicto, cuando aún no han aprendido otras formas de solución de problemas, no es preocupante, ya que forma parte del propio proceso de aprendizaje, pero cuando la cosa se trasforma en un intento deliberado de dañar es cuando los adultos debemos tomar muy en serio el por qué ocurre. Hay que estar atentos a las formas y a la frecuencia más que al hecho puntual. ¿Pega por defenderse cuando le han agredido? o ¿pega sin motivo, por el simple hecho de provocar daño a otro compañero? En cualquier caso, el respeto debe tener dos sentidos, hacia uno mismo y hacia los demás.
  8. Enséñale a cuidar el material propio y ajeno. Ser cuidadoso con sus cosas y con las de los demás es una forma de valorar lo que tiene y lo que les cuesta a los demás. Cuando algo se estropea, podemos arreglarlo, no tirarlo como primera opción, con la intención de conseguir uno nuevo. Vivir sin saber el valor de lo que nos rodea es una gran desgracia. La educación debería orientarse para que sepa cuál es el valor de las cosas (con valor no entendemos precio).
  9. No permitas las palabrotas. Comunicarse de manera abierta, positiva y eficaz deja muy de lado utilizar las palabrotas. Los mayores usamos estas palabras para desahogarnos por alguna tensión puntual o simplemente porque nos hemos habituado a su uso y ya no nos retumba en los oídos. En cualquier caso, los más pequeños deben aprender otras formas de descargarse si tienen algo que expresar. Comunicarse mediante insultos o palabras malsonantes pone en guardia a la persona que nos escucha y no es la mejor manera de comunicarnos.
  10. Utiliza el juego para que aprenda. El ambiente ideal para enseñar cualquier tarea a un niño es el ambiente lúdico. Él está más receptivo al aprendizaje, ya que está relajado. Si adaptamos los juegos a la edad del niño y tomamos la oportunidad para enseñarle las reglas de los juegos se dará cuenta de que es una manera de disfrutar y de relacionarse con sus amigos o con la familia. La vida no es un juego, pero también tiene reglas sociales. Si entiende, acepta, respeta y disfruta en los juegos le será más fácil hacerlo en la vida real.
  11. Haz que respete las normal viales. Seguro que muchos hemos sido víctimas de algún que otro pisotón y empujón de algún niño. Los niños corren, su estado es activo y pretender lo contrario sería absurdo. Sin embargo, la actividad y las ganas de moverse no son enemigas de respetar ciertas normas viales. No sólo por respeto al resto a los viandantes, sino por su propia seguridad. Enseñar estas normas le protege a sí mismo de alguna caída u otro susto más grave como puede ser los accidentes con automóviles.
  12. Incúlcale el respeto a los mayores. Considerar los sentimientos y posibilidades de los demás es la raíz de la buena educación. Podemos explicarle que cuando ayudamos a los demás nos sentimos bien, pues la gratitud merecida es una gran reforzadora natural. Se sentirá útil y querido por ofrecer ayuda a alguien que quizá no tenga agilidad de recoger algo que se le haya caído. Cuando él sea ayudado, valorará más y sabrá agradecer. Es una cadena que facilita la vida en sociedad.
  13. Edúcale en las normas sociales. Hola, buenas tardes, adiós y gracias son palabras que deben estar en su vocabulario. Es muy agradable cuando alguien te sonríe y te regala un “Hola buenos días” o “Muchas gracias” cuando le hemos sujetado la puerta; hace que nos sintamos mejor. A veces forma parte de nuestras rutinas y no nos damos cuenta, pero a nivel subconsciente un agradecimiento o un saludo puede ser una bonita influencia. Enseñarle esto es una forma de acostumbrarle a hacer uso de las normas sociales. Las personas no se acercan ni se relacionan con gente desagradable; por regla general, preferimos personas que nos sonríen y que nos devuelven afectos. Siempre encontrará más afecto y simpatía si va con buenos modales que si no lo hace. Nos convertimos en lo que hacemos, si somos agradables será parte de nuestra rutina diaria.
  14. Enséñale a pedir perdón. Cuando somos pequeños no tenemos conciencia cuando dañamos a alguien y tampoco atribuimos estados emocionales más alla de los nuestros, no porque seamos egoístas, sino por el propio proceso de desarrollo. Explicar a un niño que ha causado un mal puede hacerle entender el por qué se le dice que pida perdón. Obligarle a pedir perdón sin que entienda el por qué no tendría sentido. Aunque existen hitos en el desarrollo, cada persona lleva su propio ritmo de desarrollo. Como no podemos estar seguros en algunas edades hasta qué punto se da cuenta o no de sus actos, explicarle las consecuencias de sus actos es bueno, si lo entienden, bien, pero sino al menos hemos mostrado el suficiente interés y atención. Si le obligamos a pedir perdón y no le explicamos el por qué, se convertirá en un acto automático carente de sentido que, sin duda, no entenderá.
  15. Pídele que ayude en las tareas de casa. La colaboración en casa es una regla, una costumbre y un hábito que une mucho a las familias. La familia es un sistema, un equipo que funciona bien cuando trabaja junto. La colaboración desde la infancia crea estilos de comportamiento saludables y fomenta la igualdad entre géneros.

 

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