07 Nov 2014
noviembre 7, 2014

El duelo en los niños

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Cuando nos enfrentamos una situación de pérdida o fallecimiento debemos atravesar diversas etapas conocidas como duelo. Estas etapas son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Atravesar esta etapas del duelo de forma sana y seguir viviendo adaptados a la nueva situación de pérdida es esencial, tanto para los adultos como para los niños, ya que ambos recorren el mismo camino sólo que con distintas circunstancias madurativas. De ahí que sea el adulto el que ayude a entender y elaborar un sentido a lo ocurrido al niño. Sin esta ayuda al niño se le puede dejar en un mar de incertidumbre, nada aconsejable.

De la muerte hay que hablar

La sociedad actual tiene una actitud ante la muerte esquiva, no se habla abiertamente de ella y se intenta ocultar esta parte del ciclo vital, a pesar de ser un hecho cotidiano.

Muchas veces nos tientan ideas de ocultar a los niños las muertes que suceden alrededor porque consideramos que son muy pequeños y que no están preparados, pero si están preparados para sentir amor, también lo están para sentir dolor. Ambas emociones van a estar presentes en sus vidas y una buena gestión desde el principio les ayudará a manejar sus afectos de forma inteligente.

La protección del menor no se debe dar en términos de ocultación, sino en términos de apoyo. No se trata de engañarle y decirle que la muerte “no existe” se trata de enseñarle cómo funciona el ciclo vital y dotarles de herramientas para enfrentar la realidad de forma sana.

Si dejamos que el niño no viva la realidad, vivirán la situación igualmente, pero sin información, ni apoyo, ni nadie que escuche sus dudas y preocupaciones, lo que hará que aumenten sus miedos e inseguridades y además se sientan solos.

Expresar el dolor, imprescindible

Las muertes de personas cercanas deben ser lloradas, si el adulto no es capaz de expresar este dolor delante del niño, este tampoco lo hará, perjudicando el propio proceso. Dar el permiso psicológico de expresar el dolor que se lleva dentro es importante, ya que es una manera de comunicación con los demás y con uno mismo. Hablar de las emociones, del dolor, de la pérdida como parte integrante de nuestra vida es algo primordial para convertirnos en adultos emocionalmente sanos. Por el contrario, huir, evadir, ocultar, con la sana o insana intención de que no aparezca el dolor que suponen, impiden la propia realización y gestión emocional.

Consideraciones sobre la muerte

No existe la forma perfecta de comunicar un fallecimiento o de ayudar a elaborar un duelo, pero podemos tener en consideración estos aspectos que sin duda ayudarán:

  • Ten en cuenta el tipo de vínculo que tenía el niño con la persona fallecida.
  • Ten en cuenta la personalidad y las circunstancias en las que se ha producido la muerte.
  • Dedícale el tiempo que requiera para sentirse acompañado y atendido.
  • No dejes que falsas ideas aniden en su cabeza, generando falsas expectativas.
  • Déjale expresarse libremete y arrópale cuando lo haga.
  • Expresa tú tambien tus sentimientos, así conectarás con el niño. Esto ayudará a compartir la experiencia y a sentirse acompañado.
  • Recuerda que el objetivo del duelo sano no es olvidar para que no duela, sino aprender a convivir con la pérdida, aceptando su irreversibilidad.
  • Enséñale estrategias para adaptarse a la nueva situación. Nuevas costumbres, organización…
  • No hay reglas fijas de cómo llevar y acompañar un duelo. Cada persona y circunstancia es distinta, por lo que las medidas no son de “manual” lo que siempre permanece estable en estos procesos es el amor con el que gestionemos y acompañemos a nuestros pequeños.

¿Qué decirle? ¿Quién debe hacerlo?

  • Dile la verdad de lo ocurrido, sin acudir a falsas fantasías de reversibilidad.
  • La mejor forma de comunicar es desde la conexión emocional con la persona que está recibiendo el mensaje. La sensibilidad hará que se amortigüe el golpe.
  • La persona más cercana emocionalmente al menor debe permanecer cerca del pequeño, bien porque trasmita la noticia y/o bien porque sea la figura de mayor apoyo durante la comunicación.
  • No dejes lugar a interpretaciones o a información dudosa. La persona fallecida no regresará. Si dejamos al niño sacar conclusiones sobre hechos falsos podemos abandonarle a la suerte de sus fantasías, lo que hará que dificulte su ajuste a la realidad que está viviendo.
  • Ayuda a dar sentido a la muerte. Explícale, por ejemplo, el ciclo vital, las leyes de la naturaleza, que no hay nadie malvado que se lleve a nadie, sino que la muerte es un hecho natural y por ende hay que aceptarlo. Atiende todas sus dudas al respecto.
  • Acepta y acoge sus sentimientos; es normal que se sienta como se siente, es normal que eche de menos a la persona.
  • Explícale, siempre acorde a su periodo madurativo, las condiciones del fallecimiento. Si fue una muerte natural o si fue un accidente.

 

 

 

 

 

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