
Para saber si nuestro pequeño está padeciendo algún grado de ansiedad negativa es muy importante conocerle, si sabemos cómo reacciona podremos detectar sus cambios y saber cuál puede haber sido el origen de su malestar. Conocido el origen es más fácil planear una estrategia que ayude a nuestros pequeños a sentirse mejor, liberándoles de la ansiedad, bien eliminando la causa o bien no repitiendo la situación que lo provoca.
Algunas claves que nos pueden estar dando información valiosa a cerca del estado de nuestros pequeños serían:
– Excesiva resistencia a la separación de los padres, especialmente en los más pequeños.
– Problemas a la hora de dormir, por ejemplo; durmiendo menos de lo habitual para un niño de su edad, problemas de conciliación del sueño cuando anteriormente no tenían ese problema, o pesadillas y/o terrores nocturnos.
– Hábitos nerviosos: morderse las uñas, tics o manías que le sirven como formas de rebajar la ansiedad, bien que aumentan en frecuencia y duración o bien que son nuevos y que no mostraban antes.
– Los niños mayorcitos se pueden quejar de dolores de estómago o cabeza.
– Negarse a ir a la guardería y/o al colegio, sin que antes mostrase problema.
– Dificultad para concentrarse, empeoramiento del rendimiento escolar o falta de motivación.